Lo mejor de vivir fuera de mi país es la ilusión por descubrir cosas nuevas y la capacidad de apreciar lo que tengo y lo que he conseguido. En cierto modo, me he quitado lastre de encima, he simplificado mi vida y la he reducido, en principio, a mis emociones y la gente que las llena. Con los años, en general, he ido dejando atrás preocupaciones que antes me parecían un mundo, y empiezo a disfrutar mucho más de pequeños placeres que componen mis días en Singapur:
- Llevar andando al colegio a mi pequeña Miss Sunshine, aunque repita mil veces «venga, que llegamos tarde». Dejarla allí contenta, saludarla con la mano desde el otro lado de la valla y volver después a recogerla. A ella eso le ha dado la tranquilidad necesaria para afrontar el cambio. Pero a mí me da la vida por las mañanas cada vez que me desea un buen día.
- Pasear sola por un parque o escaparme a la playa entre semana con amigas. Patear la ciudad, sin necesidad de coche y no echarlo de menos. Improvisar un café o una charla. En definitiva, tener mi tiempo.
- Disfrutar de la vida en familia en casa o fuera, organizar planes para el fin de semana y volver agotados a casa. Siempre hay algo que hacer en esta ciudad, es fantástico.
- Preparar galletas con la peque o dejar que ayude en la cocina y lo ponga todo perdido. He de confesar que la expatriación me ha hecho vivir la maternidad plenamente, de verdad, con sus cosas buenas y malas.
- Cenar escuchando las historias que se le ocurren a mi pequeña Miss Sunshine con tal de no comer, con 180 grados de Radio 3 de fondo. Y ver cómo disfruta aprendiendo, cómo imagina y crea, cómo canta sus canciones y las nuestras. Es mi hija, qué puedo decir si es en sí toda una alegría con rizos.
- Esas charlas con mi querido Mr. Good para contarnos el día, en las que terminamos arreglando el mundo y consigue sacar lo mejor de mis neuronas con su cabecita brillante.
- Una llamada de un@ amig@ que desbarata nuestros horarios, rompe la rutina y hace que el día sea una gran celebración de la amistad.
- Poder contemplar la luna y las estrellas desde casa o ver salir el sol después de una tormenta. Es difícil pronosticar el tiempo y librarse de nubes o bruma aquí, así que descubrir la luz brillante es un pequeño placer en una ciudad:
Duda la luna
en las noches urbanas.
Eclipse de luz
- Ponerme delante del ordenador a escribir y que el tiempo pase sin enterarme. Y tener ganas de continuar.
- Ir a un concierto con mi queridísimo Mr. Good o a cenar los dos solos, reírnos, mirarnos, hablar… y que no pasen las horas.
- Preparar una escapada a algún rincón cercano o el próximo viaje a España, por mucho que me estrese hacer maletas y dar a basto para ver a todo el mundo. Y siempre, esperar la próxima visita de un amigo y sentir que Singapur está en el cuaderno de viajes de muchos de ellos.
Cada día me sorprendes más con tus relatos y deseo que llegue el siguiente jueves para leerte
Me gustaLe gusta a 1 persona
Noto ciertos matices «bucólicos»en tu relato mientras describes ese maravilloso estado de felicidad en el que te encuentras? Jajaja
Me gustaLe gusta a 1 persona
Jajajaja, ya sabes cómo soy, Pieter 😉
Me gustaMe gusta