Relatos

TINNITUS

Tengo dos corazones: uno que palpita en mi oído y no me deja dormir; y otro que no se escucha, pero se siente en cada beso, en cada susto, en cada esfuerzo.

El corazón sonoro insiste en su tamborileo, pulsátil, elástico. Quiere decirme algo y no le entiendo. ¿Es la angustia que no encuentra salida? Aporrea las membranas, bombea los sonidos, pero no me dice nada. Bum, bum, bum. No para en su recuento.

Cada latido me quita el sueño, resuena en la almohada como un martillo sordo. Bum, bum, bum. Habla más claro y dime qué quieres.

Hago examen de conciencia: no hay pecados solo miedos, hay renuncias, desidia, hay frustración y anhelo, y unas ganas inconfesables de huir contigo de esta rueda.

Me pregunto si ese motín emocional es el que pugna por salir golpeando las paredes profundas del laberinto.

Quizás no ha visto la luz a través de mi boca, porque sería el mejor modo de anunciar sus deseos, sin golpes, sin enigmas, sin ansia.

Un claro hilo de voz bastaría para seguirlo hasta lo más hondo de su escondite. Bum, bum, bum. Que explote todo para revelar el mensaje que habita dentro.

Pero no; está aprisionado entre huesos y oscuridad, clamando su culpa en cada pulsación, sin saber cómo escapar. No hay peor carcelero que el que no quiere escuchar.

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